Testimonio de Norma



 

¿Soy Norma Patricia o Norma Alejandra?

El 29 de enero de 2008, transcomuniqué por primera vez, con la ayuda de uno de los integrantes del Grupo Argentino de Transcomunicación Instrumental “Viaje Infinito hacia la Luz ” y una grabadora digital, obteniendo en esa corta grabación de no más de dos minutos, un sorprendente y maravilloso resultado: mi abuela Filomena Lauría, fallecida en septiembre de 1987, ¡me habló!, mencionando claramente mis dos nombres: “Alejandra” y “Norma”, ¡casi doce años después de su partida física! Increíble pero real.

Cada vez que escucho su voz en esta transcomunicación mi corazón se llena de alegría, por todo lo que significó mi querida abuela para mí y también por ser éste un testimonio más de la existencia de la vida eterna.

La abuela Filomena siempre se dirigió hacia mí utilizando un cariñoso “Alejandra”.

-“Alejandra te buscan”. “Alejandra ven aquí”. -“¿Alejandra vas a ir a la escuela?”. Siempre me llamó Alejandra” hasta el momento mismo de iniciar su viaje infinito hacia la luz. En muy pocas ocasiones también me llamaba “Norma” -mi primer nombre-. ¿Por qué “Alejandra” ó “Norma” si en mis documentos figuro como “Norma Patricia”?

Esta es la historia. Ya estaba decidido por consenso familiar que me bautizarían como “Norma Alejandra”. En aquellos tiempos, donde no existían las computadoras, ni bases de datos, ni sistemas de control electrónicos, mi padre, que era una persona poco acostumbrada a realizar trámites, fue al correspondiente registro civil para anotarme con el nombre elegido. Debido a su inmensa alegría y al nerviosismo del momento, no advirtió que la empleada interviniente escribió erróneamente en el documento “Norma Patricia”, en lugar de “Norma Alejandra”.

Al enterarse mi abuela del error y al no poder subsanarse el mismo porque se habían vencido los plazos para hacerlo, ella, que era una persona dulce y cariñosa pero de firmes convicciones, dijo: - “No importa. Para mí, mi nieta se va a llamar siempre Alejandra”.

Y lo cumplió durante su paso por la vida terrenal. Sin lugar a dudas para mí, es la abuela Filomena la que está siempre aquí conmigo, la que ahora también sigue llamándome “Alejandra”, como lo hizo antes. No sólo siento su presencia, también tengo la dicha de poder grabar y escuchar sus cariñosos mensajes.

Gracias a Dios... ¡la vida después de la vida existe y, además, tenemos la posibilidad de comunicarnos con nuestros seres queridos! Mi abuela “vive”.

* Norma Patricia (Alejandra) De Stéfano



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