Testimonio de Mónica y Graciela
UN MENSAJE DE MI PADRE
Mi nombre es Mònica , y llegue al Grupo de TCI hace varios años, en busca del reencuentro con mi esposo y nuestros familiares que tanto extrañamos.
Hemos percibido desde entonces varios mensajes y señales que nos indican que nuestros Seres de Luz continúan conectados con nosotros y han encontrado distintas manera de hacernoslo saber .
Comparto mi vida familiar ìntima con mi hermana Graciela y mis hijos Alejandro y Ezequiel, y los cuatro estamos convencidos de lo que acabo de comentar, por lo cuàl me atrevo a divulgar una de nuestras experiencias sin ningún tipo de prejuicio con el deseo que le sea útil para aquellos que aùn necesitan evidencias concretas.
Era la noche del 25 de diciembre de 2009, en nuestra reunión familiar cuando surgió una discusión, como las naturales en toda familia, entre Alejandro y Yo.
Inmediatamente después de este episodio se escucha un ruido brusco que ante la pronta observación de Graciela, surgió del destape sin motivo aparente de la botella de licor que se encontraba sobre la mesada de la cocina. Este hecho no tiene explicación lógica ya que esa botella había estado allì sin abrirse durante mucho tiempo y su contenido era una bebida no gaseosa. Mi hijo Ezequiel de manera “intuitiva o instintiva” comenzó a tomar fotografías hacia la ventana que conecta con nuestro balcón y alejada de la mesada. Ninguno de nosotros recordó en ese momento que el balcón había sido uno de los lugares preferidos de mi padre, que había partido dos años antes en el 2007.
Sin embargo al ver las fotografías se observa la imagen de mi padre mirando hacia el interior de la casa. No tuvimos dudas de que él estaba intentando distraer nuestra atención para evitar alguna situación incómoda por la discusión anterior.
Unos años después Ezequiel recibe la información, de parte de una de sus conocidas, que poseía una sensibilidad especial, diciéndole que mi papá me acompañaba en la casa, y desconociendo las fotografías ni sus gustos, le preguntó si a su abuelo le agradaba permanecer en el balcón.
Una demostración más de que los hecho extraños y las casualidades dejan de serlo cuando miramos con los ojos del amor y desde el alma.
Mónica y Graciela
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